Salvador Amenábar (1973) llega a Valparaíso el año 1995, después de una estancia previa en San Antonio. A su arribo toma contacto con el pintor Jesús Pereira. Paulatinamente establecerá relaciones con pintores de diversas generaciones, como Gonzalo Ilabaca, Eduardo Mena, Camilo Ambrosio Pía Subercaseaux y Loro Coirón. Artista de amplia erudición, construye una obra portentosa y que tributa a Manet, Goya, Lautrec y los pintores flamencos, entre otros. Entre sus exposiciones destacan “El Paisaje Oculto” (2000), “Bares” (2009) y “Salvador Amenábar, Desnudos y escenas de Taller” (2013)
En la actualidad es uno de los pintores más relevantes de la escena artística nacional. Su obra es de amplio espectro; resuelve con desenvoltura imágenes de luminosa y contenida armonía, como los bodegones y retratos de modelos en su taller; explora la ironía y la oscuridad en sus aquelarres contemporáneos; y es capaz de llegar a una particular abstracción orgánica en su serie «Tugurios». Con un manejo relevante del dibujo y la veladura, su pintura es dinámica y sugerente, logrando una particular suspensión temporal, una especie de vuelta al origen, en que la pincelada parece conectar con una condición atávica de la imagen. Su propuesta se nutre de su reconocimiento al oficio pictórico riguroso y ajeno a los dogmas y corsés que presupone el arte contemporáneo. En este sentido, resulta ser un artista excepcional. Eduardo Mena se refiere a él en los siguientes términos:
“A mi humilde entender
eres de los pintores más necesarios
en el nervioso y tenso espíritu de esta época
ruidosa, rara y veloz”